A un mes de comenzar las clases, el
pasado Octubre de 2013 mi tio, mi padre y yo aprobechamos el buen
tiempo que aún hacía para realizar la ruta que va desde el
aparcamiento de Canto Cochino hasta el Elefantito de la Pedriza.
Es el mismo sendero que lleva hasta el Yelmo pero según la ruta, toma un desvío dirección al Elefantito o la ruta alternativa que llega hasta el Yelmo. La segunda es algo más técnica ya que puedes hacer algo de escalada por el Yelmo además (según objetivos marcados) de completar la ruta pasando por varios itinerarios bastante interesantes, rocas curiosas que toman formas y que a su vez son motivo de rutas finalizadas.
De esta manera, la gente se anima a indagar y descubrir las muchas rutas que antes seguramente no sabían de su existencia. Bajo mi punto de vista, es algo positivo para fomentar entre los ciudadanos más próximos (y no tan próximos) en nuestra Sierra de Madrid, la práctica del senderismo y descubrir todo lo que esconde la Pedriza.
Algunas de estas formaciones rocosas de la Pedriza a las que se le han puesto nombres, y a las que nos gustaría llegar en algún momento son el Cocodrilo, Peña Sirio (con forma de foca), el Cancho de los Muertos, la Cara, las Cuatro Damas, el Ángel, el Camello ... entre otras.
Los días anteriores a nuestra escapada
a la Pedriza (y durante un par de semanas) las lluvias predominaron en toda la Comunidad de Madrid, a consecuencia de ello el ambiente se notaba cargado de humedad
encontrandonos a cada paso con algún que otro arroyuelo.
Cantidad de olores y sensaciones nos
rodeaban por doquier, el olor de las Jaras era abrumador y a la vez
exquisito ya que solo cuando vamos a la Sierra nos encontramos con
esta maravilla.
Es muy frecuente encontrarse con las
cabras montesas pero esta vez fue especialmente sorprendente la
cantidad de cabras que vimos. Mientras mi tio hacía grabaciones y mi
padre intentaba sacar fotos de los animales, el macho cabrío poco a poco iba
descendiendo desde lo más alto hasta donde nos encontrabamos
nosotros.
Mi padre y mi tio, muy seguros de la situación no hacían más que contemplarles mientras yo decidí alejarme y acelerar el paso hasta encontrarme de cara con otros excursionistas; Pu Puuum!.
Resonó el suelo detrás mía cuando el macho con su enorme cornamenta saltó de la roca hacía el otro extremo del camino. Mi padre inmortalizó el momento y minutos después nos paramos a comentar entre risas aquel momento de mi huida con los excursionistas.
Pasado el “momento-macho cabrío”,
continuamos por el sendero hasta llegar a la gran explanada que da
como elección dos senderos. Nos desviamos equívocamente por el
camino más próximo al Yelmo, que no conocíamos con seguridad y que
consiste en subir entre Jaras, piedras y demás vegetación.
La
idea de este camino, es ver desde lejos el Elefantito (que es lo que
hace mucha gente), pero realmente nosotros no habíamos llegado hasta
allí solo para contemplarlo a tamaño de hormiga. Una vez con ello en mente, dimos un
rodeo por la explanada y nos introdujimos de nuevo en la inmensidad
de la vegetación, saltando riachuelos y haciendo un poco de
“escalada por las rocas”.
Cuando llegamos al Elefantito, no nos podíamos imaginar que tuviese aquellas dimensiones y, verdaderamente parece un Elefante bien definido a cierta distancia. Finalmente, realizamos larga sesión de fotos, paramos para comer y después, tirados literalmente sobre la roca contemplamos las vistas de las que disfruta cada día el Elefantito de la Pedriza.
Candi y Laura
No hay comentarios:
Publicar un comentario